sábado, 7 de febrero de 2009

Los monos de mi vida: El que va al final del lápiz o Brockeback Monkey

Esta mañana me ha pasado una de las mejores cosas que le pueden pasar a una persona que le gusten los monos, he aquí una reconstrucción de los hechos:

Andaba yo buscando un lápiz para hacer un dibujo, cuando de repente he visto la punta de uno entre un montón de rotuladores que ya no pintan (porque yo, como todo el mundo, cuando se me gasta un rotulador, en vez de tirarlo me lo guardo en una caja para que luego al querer pintar algo pueda decir: ¿Y por que cojones esta en esta caja y no en la basura?). Cuan grande ha sido mi sorpresa cuando al tirar del lápiz ha asomado agarrado en la punta un mono que me encontré en la calle hará como 6 o 7 años, así que este hecho me ha alegrado el día y parte de la vida, y por eso quiero compartir mi alegría contigo. Saluda al mono del lápiz:


Algo que me ha llamado la atención ha sido el hecho de que el mono no sonriera tras años de estar en cautiverio debajo de rotuladores carioca y plastidecors, aunque luego al examinarlo con mas detalle he deducido una posible causa de la tristeza del mono:


El mono, que aburrido de no tener compañía femenina, y falto de muestras de afecto, intimo con un diablo de tasmania que me salio de un huevo kinder (el otro habitante de la caja de rotuladores), y al separarlos el mono se entristeció por no poder volver a ver al diablo que, por lo visto, iba bien dotado.

1 comentario:

Pablo dijo...

Pobre mono, ¡¡estaba tan desesperado!! Comprendo que te gusten tanto los monos, molan muchísmo (aunque personalmente prefiero las cabras, que me hacen mucha gracia).

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